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Caminé sobre el globo terráqueo con el fin de explorar nuevos lugares, y las más extrañas y profundas costumbres que existen sobre la faz de la Tierra. Comencé por Europa, visité las ruinas de Atenas, comí de la gastronomía española y paseé bajo la Luna en los alrededores del río Sena en París. Más tarde tomé un vuelo hacia América, donde visité los templos aztecas, los Andes en Chile y fui de compras en Nueva York. Un águila me tomó en sus alas y me transportó a Asia, donde visité La Gran Muralla de China, los misterios ocultos entre la flora de Indonesia y observé con detenimiento las complicadas muñecas rusas. Una ballena de tamaño incalculable me llevó a través del océano hasta Oceanía, allí se encontraba la flamante ciudad de Sydney, sus altos y definidos edificios, la isla de Tasmania y las verdes zonas de Nueva Zelanda. En un crucero lujoso embarqué cuando me dirigía a África, que fue uno de los continentes que más me llamó la atención; por sus primitivas costumbres, sus animales salvajes y los corazones de aquellas personas tan inolvidables. ¡Ojalá hubiera ido a todos esos sitios! Pero con conocimientos de geografía y un poco de historia puedes transportarte como yo, a todos los lugares del mundo en un instante. ¡Viaja, aprende, vive y siente!
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