Inmortales

Tus labios rojos enfurecidos me gritaban que los acariciara,
tus manos blancas e entristecidas me clamaban que les diera vida,
tu pelo negro me susurraba que te peinara;
mientras que tu alma me decía que me alejara.
Yo, aún inmortal creía en nuestro amor,
cuando desperté entre tus brazos para pedirte perdón.
Sería traerme de nuevo hundiéndonos entre nuestros sueños,
oprimiendo tus sentimientos sin más remedio.
Los inmortales te queríamos desde el cielo,
mientras arrancabas mi corazón poco a poco en pedazos
hasta llegar a destrozarlo en esquirlas de hielo rojo.