- ¿Hola?
Nadie me contestó.
Me sentí hundido en la miseria.
En una calle sin salida.
En un pozo sin fondo.
- ¿Hola?
Algo sonó.
Mi corazón comenzó a cabalgar acaloradamente.
Subí las escaleras.
Me perdí entre los cuadros.
Era un cuento de terror.
- ¿Hola?
Alguien contestó.
Era mi interior.
Pedía que arrancara esa espina puntiaguda
de mi corazón.
Yo suspiré y la arrojé por la ventana.
- ¿Hola?
Todo acabó rápidamente.
Ahora mi corazón me pedía auxilio
por las heridas que le había ocasionado.
- Lo siento.
Mis disculpas llegaron tarde al último latido
de mi corazón.
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