Un lugar perdido entre
esquirlas de cristal
que te hará soñar

jueves, 5 de agosto de 2010

Volver

Caminaba por el ligero paseo que me separaba del mar. La eterna oscuridad del crepúsculo me cegaba, me cubría hasta quedarme sin aliento. Sentía la brisa azotándome en el pelo con brusquedad hasta quebrarme en lamentos. Surcaba las miradas con la negra melanina de la tristeza. Creía en el destino y, corría hacia lo alto del pedestal de las aguas creciendo ante mí. Observaba la Luna disminuir en el amanecer de la madrugada, hasta quedar completamente acostada sobre el regazo del Sol. Moría mientras la vida pasaba cuando me reflejaba en el espejo roto, que me observaba silencioso y cautivador, mientras corría hacia la luz de mi salvación.

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